INTRODUCCION
LA AUTENTICIDAD
de esta epístola está atestada por Clemente de Roma (Ep. a Corintios c. 47),
por Policarpo (Ep. a Filipenses, c. 11), y por Ireneo (Adversus
Haeres, 4. 27. 3). La ciudad a la que fue enviada era famosa por su
opulencia y su comercio, los cuales se debían principalmente a su situación
entre el mar Jónico y el Egeo sobre el istmo que conectaba el Peloponeso con la
Grecia. En los días del apóstol Pablo, Corinto era la capital de la provincia
de Acaya y la sede del procónsul romano (Act_18:12). Su estado moral era
notorio por su libertinaje, aun en el degenerado mundo gentil; de modo que
"corintianizar" era una expresión proverbial sinónima con
"practicar la lujuria;" por esta razón se hallaba en peligro la
pureza de la iglesia cristiana de Corinto. Dicha iglesia fué fundada por Pablo
en su primer visita (Act_18:1-17).
El apóstol Pablo
había sido el instrumento para la conversión de muchos gentiles (Hechos cap.
12:2), y de algunos judíos (Act_18:8), a pesar de la vehemente oposición
que había entre sus mismos connacionales (Act_18:5-6), durante el año y
medio de su permanencia allí. Los convertidos eran principalmente de las clases
humildes (cap. 1:26, etc.). Crispo (cap. 1:14; Act_18:8), Erasto y Gayo
(Cayo) eran, sin embargo, hombres de rango (Rom_16:23). Una variedad de
clases se sugiere también en el cap. 11:22. El peligro de ser contaminados por
el contacto con la corrupción social del medio en que vivían, y la tentación de
aceptar la filosofía y la retórica griegas (que la elocuencia de Apolos acaso
tendería a fomentar, Act_18:24, etc.) en contraste con la sencilla
predicación paulina del Cristo crucificado (cap. 2:1, etc.), así como la
oposición al apóstol mismo de parte de ciertos maestros, naturalmente le
causarían ansiedad. Emisarios de los judaizantes de Palestina se jactaban de
poseer "cartas de recomendación" de Jerusalén, la metrópoli de la fe.
Estos ciertamente no insistían en la circuncisión en la refinada Corinto, donde
tal tentativa hubiera sido inútil, aunque sí habían insistido entre la gente
más humilde de Galacia; pero atacaron la autoridad de Pablo (cap. 9:1, 2; 2Co_10:1,
2Co_10:7-8), declarándose algunos de ellos ser discípulos de Cefas, el
apóstol principal, y jactándose otros de pertenecer a Cristo mismo (cap. 1:12; 2Co_10:7),
mientras que arrogantemente repudiaban toda enseñanza subordinada. Dichas
personas publicaban que ellos eran apóstoles (2Co_11:5, 2Co_11:13).
Su oposición a Pablo la basaba en que él no era uno de los doce, ni testigo
ocular de los hechos evangélicos, y que no se atrevía a demandar el sostén de
parte de la iglesia cristiana para probar su apostolado. Otro grupo de ellos se
decían ser seguidores de Pablo mismo, pero lo hacían en un espíritu de
partidarismo, exaltando al ministro antes que a Cristo. Los seguidores de
Apolos, de su parte, estimaban en demasía su erudición y elocuencia
alejandrinas en desprecio del apóstol, quien evitaba estudiosamente toda
desviación de la sencillez cristiana (cap. 2:1-5). Entre algunos de este
partido filosófico es posible que se haya originado la tendencia antinomiana
que defendía teóricamente su propia inmoralidad. De aquí pues, que negaran la
resurrección futura, y adoptaran el lema epicúreo prevaleciente en la pagana
Corinto: "Comamos y bebamos, que mañana morimos" (cap. 15:32). Fue
por esto, tal vez, que se toleró la práctica incestuosa con su madrastra,
durante la vida de su padre, de uno que era considerado como miembro del cuerpo
cristiano. La familia de Cloé informó a Pablo de otros muchos males: tales como
las contenciones, desaveniencias, y pleitos contra hermanos en los tribunales
paganos, de parte de cristianos profesos; el abuso de sus dones espirituales en
ocasiones de ostentación y de fanatismo; la interrupción del culto público por
ministraciones simultáneas e informales, y la violación del decoro por mujeres
que hablaban con la cabeza descubierta (contrariamente al uso oriental),
usurpándose así el oficio del hombre, y aun la profanación de la santa cena del
Señor por la voracidad y orgías de parte de los que participaban. Otros
mensajeros también, venidos de Corinto, le habían consultado con respecto a:
(1) la controversia en cuanto a la carne ofrecida a ídolos; (2) las disputas
acerca del celibato y el matrimonio; (3) el ejercicio debido de los dones
espirituales en el culto público; (4) el mejor modo de hacer la colecta que él
había pedido para los santos de Jerusalén (cap. 16:1, etc.). Tales fueron las
circunstancias que evocaron la Primera Epístola a los Corintios, la más variada
de todas las epístolas en cuanto a sus temas.
Por el cap. 5:9,
"Os he escrito por carta, que no os envolváis con los fornicarios,"
se infiere que Pablo había escrito una carta previa a los corintios (ahora
perdida). Probablemente en ella también les había pedido que hiciesen una
contribución a favor de los cristianos pobres de Jerusalén, y parece que le
habían pedido que les indicara el mejor modo de hacerlo, a lo que Pablo
contesta en esta epístola (cap. 16:2). En ella también anunciaría su intención
de visitarles al pasar por allí, en viaje para Macedonia, y de nuevo a su
retorno (2Co_1:15-16). Estos planes los cambió al enterarse del informe
desfavorable de la familia de Cloé (cap. 16:5-7), por lo cual fué acusado de
inconstancia (2Co_1:17). En la primera epístola que nosotros tenemos,
está aludido el tema de la fornicación en manera sumaria solamente, como si
estuviera respondiendo a alguna excusa presentada por los corintios, después de
una reprensión hecha al respecto, más bien que introduciéndolo por vez primera.
[Alford.] Antes de escribir esta carta, parece haber hecho una segunda
visita a Corinto. Porque en 2Co_12:4; 2Co_13:1, habla de su
intención de hacerles una tercera visita, infiriendo que ya les había
hecho dos. Véanse también notas sobre 2Co_2:1; 2Co_13:2; también 2Co_1:15-16.
Es apenas probable que durante sus tres años de estada en Efeso hubiese dejado
de visitar a sus convertidos corintios, ya que fácilmente podía hacerlo por
mar, pues había constante intercomunicación marítima entre las dos ciudades. La
segunda visita fué probablemente breve (comp. cap. 16:7); y acompañada de pena
y humillación (2Co_2:1; 2Co_12:21), motivadas por la conducta
escandalosa de tantos de sus propios convertidos. Como sus censuras blandas
habían fracasado en su intento de producir una reformación, les escribió
brevemente amonestándolos para "que no se envolviesen con los
fornicarios." Por cuanto ellos comprendieron mal este mandamiento, lo
explicó más plenamente en esta segunda epístola, que es la primera de las dos
aun existentes (cap. 5:9, 12). El que la segunda visita no se mencione
en los Hechos no es una objeción a que la misma se efectuara, puesto que dicho
libro es fragmentario y omite otros eventos importantes de la vida de Pablo;
por jemplo, su visita a Arabia, y a Cilicia (Gal_1:17-21).
EL LUGAR de
redacción se fija con acierto en Efeso (cap. 16:8). La addenda de
nuestra versión que dice que "Fué enviada de Filipos …", no tiene
autoridad alguna, y probablemente se debió a una traducción equivocada del cap.
16:5: "Porque por Macedonia estoy pasando." Al tiempo de la redacción
de esta carta, Pablo da a entender (cap. 16:8) que pensaba dejar a Efeso
después del Pentecostés de aquel año. Y en realidad salió de allí para
esa fecha (del año 57 d. de C) Comp. Act_19:20. La alusión a la pascua
en conexión con nuestra pascua cristiana (cap. 5:7), nos hace creer que fue
probablemente en dicha estación. Así pues, la fecha de la epístola queda fijada
con bastante exactitud, cerca de la pascua, ciertamente antes del Pentecostés,
en el tercer año de su residencia en Efeso, o sea el año 57 d. de C. Para otros
argumentos, véase Conybeare y Howson, Vida y Epístolas de San Pablo.
La epístola está
escrita en el nombre de Sóstenes "el hermano." Birks supone que éste
es el mismo Sóstenes de Act_18:17, quien, él piensa, fué convertido
después de aquella ocasión. No tiene parte alguna en la epístola misma, pues el
apóstol pronto sigue (cap. 1:4) usando la primera persona del singular: así se
introduce a Timoteo también en 2Co_1:1. Los portadores de la epístola
eran probablemente Estéfanas, Fortunato, y Acaico, a quienes menciona en el
cap. 16:17, 18, como quienes estaban con él, pero sugiere que están por volver
a Corinto, por lo cual los encomienda a la consideración de los corintios.
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